LOS GRUMOS DE LA MUERTE

15:11



"Hay pocas muertes enteras.
Pero el pájaro sabe en qué rama última se posa
y el árbol sabe dónde termina el pájaro."

Roberto Juarroz








Hoy la tarde graniza
dentro una habitación
que se retuerce al compás
de la desesperanza.
Los grumos de la muerte
se precipitan como rocas
petrificadas sobre una cama
llena de mujer y de pena.

La que nos gestó
y nos puso la mano
en la frente aplacando
el vómito de la infancia.

Aquella que albergó
nuestros cuerpos
en su matriz
y nos amó con la vehemencia
de una loba.

Ahora, en este cuarto sombrío
se le descienden las nubes
sobre el alma
y la tierra
con su gruesa capa
aguarda enmudecida
la llegada de su carne.

¿Cuánto queda de tersura
y de cadencia ahora?
Los arpegios tenebrosos
redoblan nuestras vísceras
y extirpan nuestras entrañas
con la crueldad de un buitre.

Soslayadamente contemplamos
sus tumefactas manos y
nos mordemos la lengua
para no llorar.

Contenemos la respiración
ahí donde el plexo solar
rodea a la arteria aorta y 
las fibras nerviosas duelen más.

Nuestras miradas
colisionan contra el pavimento
para no converger, quizás ella
podría percibirnos en su estertor
y morir de pena de madre.

Todavía es capaz de levantar
sus pesados párpados
y mirarnos con la retina exhausta.

Debemos sonreír
con la mueca congelada
y permitir que se vaya
con su estirpe.

Minutos después
el aire asciende
al infinito.

Ya no está.

Una estaca nos perfora el pecho.

Las náuseas nos exudan el alma
y se filtran por la cama vacía.

-Ojalá nos engullera
el mismo agujero- pensamos.

El viento nos avisa
que debemos
seguir jugando a vivir
mientras nos arrastramos
dando tumbos
por el pasillo de la muerte.
Con un brazo menos
y un tentáculo remolcándose.


Meri Pas Blanquer

Cuadro de mosmoth




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Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual)-2014-2016. Con la tecnología de Blogger.

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