Como el mar
cuando choca brutalmente
contra las rocas,
aparece tu nombre algunas noches
en mi deshidratado lecho.
No sé por que profundo estrecho
se comunica conmigo,
ni a través de qué corrientes
de descarga.
Tu nombre como un ecosistema
que cambia con la materia orgánica.
Tu nombre es, en esas horas,
una suerte de erosión
que me devasta y
de madrugada, cuando
el frío irrumpe
entre mis sábanas
sedimenta encarnecidamente
mis labios al pronunciarlo
cientos de veces.
En otras ocasiones
viene tu nombre
ligero entre los árboles
germinando mi pelo,
asomándose liviano
colmándome de soles.
Y es entonces, cuando
lo deletreo lentamente,
me complazco
en la vocales y me detengo
embriagada en sus acentos.
Tu nombre,
inconstante y perverso
regresa siempre
exhumando las silenciadas letras,
doblega las consonantes
y mantiene mi lengua
en vigilia ininterrumpida.





Meri Pas Blanquer