Juro no olvidar jamás
que los huracanes
y los agujeros negros
son los que nos obligan
a avanzar y a florecernos.
Siga siendo mi piel
tan suave como algodón
y no me transmute nunca
en anaconda constrictora
tragándome a los débiles.
Que nunca permanezca
impasible ante injusticias
y desdenes maliciosos.
Luche con uñas y dientes
cuando atisbe abuso de poder
sobre humanos y animales
y grite mi garganta
como una loba combatiente
cuando bichos renegados
intenten imponer su voluntad.
Deléiteme con los susurros
amorosos, baile yo
desatinada cuando
la música me invite
a su función
y déjeme llevar
por la vertiginosa llamada
de los cantos de sirenas.
Agítese mi corazón
cuando el fuego del amor
haga de mis huesos
el aturdido temblor arrinconado
y sumérjame de bruces en la luz
del claroscuro indescifrable.
No me olvide de dormir
sobre tejados adyacentes
a la luna, en las noches
en que mi corazón esté azorado.
Conmuévanse mis entrañas
con el delirante vapor
que se expande de las bibliotecas
y la fragancia afrodisíaca de sus libros.
No sea yo mujer
de verso engreído
y adulaciones fariseas.
Escriba siempre
lo que me dicte
el corazón y la conciencia
e impórteme un rábano
la opinión de los que se creen
por encima
del bien
y
del mal.


Meri Pas Blanquer